viernes, 14 de diciembre de 2007

Manifestación del Espíritu de Cristo del 26 de enero de 1979.


"La Fuerza de la Oración"



Primera parte




«Mi Reino no es de este mundo. Mi Reino es un reino del Espíritu de la paz y del amor. Desde el amor infinito vino el Hijo de Dios y se vistió con lo más bajo, con la carne de este mundo. Jesús pasó humildemente por esta Tierra y trajo a los hombres el mandamiento del amor. Jesús se sacrificó en el Gólgota y de lo más interno surgió el Cristo, el Redentor de la humanidad. Él vive en unión con Dios, vuestro Padre eterno de eternidad a eternidad.

Cristo se introdujo en cada alma, para que cada uno pueda conseguir libremente alcanzar a Dios. Y es este Cristo del alma quien se manifiesta ahora a los hombres a través de la palabra: Yo Soy el Espíritu de eternidad a eternidad. Mi obra es volver a conducir a todos los hijos de Dios al Reino eterno, para que vivan libres en Mi Padre, que también es vuestro Padre. Ya que la humanidad no encuentra la libertad en sí misma, el Espíritu del Hijo, vuestro Redentor, habla a través de instrumentos humanos. Y lo hace en la lengua del instrumento.

Los profetas de la Antigua Alianza escuchaban a Dios. Jesús hablaba lo que Dios, el Padre, le inspiraba. También en la actualidad “instrumentos” transmiten lo que Cristo les manifiesta.

Vuestro reino no es de este mundo, pues Yo os he convertido en hijos e hijas de los Cielos. Me he introducido en vuestra vida eterna, en vuestras almas. Por eso despertad a la libertad en Dios y estimulad vuestros corazones en la oración. Pues la oración, hijos Míos, os lo digo en nombre del Padre, es un poder de los Cielos. Vosotros decidís cuán efectiva es la oración.

¿Qué es la oración? La conversación con vuestro Padre en los Cielos. ¿Dónde vive vuestro Padre? Él está en todas partes, y sobre todo en vuestras almas. Por eso la oración debe ser una oración de corazón. Dios, el Espíritu eterno en ti, que unido a Cristo vive en toda alma, te dará respuesta, hijo Mío, de muchas maneras, pues tú eres Su hijo. Sé consciente de estas palabras: ¡Tú eres Su hijo!

Si comprendes lo que estas palabras significan, empezarás a amar a tu Padre sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo. Amarás la Creación, pues la gran totalidad está en ti. Él, el gran Uno universal, te la ha regalado. Por lo tanto, cuando reces, penetra en tu alma, allí está la gloria viviente.



Continúa...

No hay comentarios: